sábado, 9 de diciembre de 2017

Flipped Classroom - First Round

En estos primeros días de trabajo del curso de Flipped Classroom (son en realidad los últimos desde el inicio de su impartición, pero no he podido incorporarme hasta muy tarde), he podido constatar la necesidad apremiante de un cambio en la educación del siglo XXI acorde con los cambios que están teniendo lugar en la era digital, en la que nos hayamos inmersos. Nuestros alumnos deben aprender de un modo diferente al que lo venían haciendo las generaciones predecesoras. En particular, y a mi modo de ver, se hace imprescindible promover en ellos desde el cuerpo docente el desarrollo de un espíritu crítico que les permita racionalizar y discernir la calidad de la información de la que disponen al realizar un simple click en su smartphone, dado que no hay dudas acerca de la cantidad de la misma.

Por otro lado, me resulta muy interesante esta herramienta docente en tanto que permite una atención a la diversidad en el más amplio sentido de este concepto tan asentado en los últimos proyectos de Ley Educativa, cuya aplicación hasta ahora no ha sido todo lo eficiente que debiera, ya sea por cuestión de número (las aulas están saturadas de alumnos y el profesor tiende, en la mayoría de casos, a centrar sus esfuerzos en conseguir que nadie quede descolgado) o por cuestión de tiempo (la implantación de las medidas de atención individual en el día a día del programa educativo se hace muy complicada dentro del modelo tradicional de enseñanza basado en sesiones magistrales).

A través de este modelo pedagógico, el flipped classroom, sus creadoras, Walvoord y Johnson Anderson (1998), proponen que los estudiantes, antes de la clase, tengan un primer acercamiento con el contenido, de manera que, una vez en el aula, el profesor sirva como guía y facilitador de la comprensión del contenido, fomentando un aprendizaje activo y con él, un aprendizaje significativo. De esta forma, mediante el flipped classroom, el profesor consigue que cada alumno trabaje a su ritmo, llevando a cabo por tanto un aprendizaje totalmente personalizado; resuelve las dudas de todos ellos conforme vayan surgiendo; tiene tiempo para desarrollar tareas cooperativas que les permiten aprender juntos; puede dedicarle más tiempo a los alumnos que más lo necesitan; favorece la interacción con sus alumnos y por supuesto también entre ellos; permite a cada alumno escoger qué recursos le viene mejor a su estilo de aprendizaje: vídeos, libro de texto, tablet, papel y bolígrafo, etc.. En definitiva, consigue que la mayor parte del tiempo que dura la clase se dedique a desarrollar un aprendizaje significativo y un espíritu crítico, todo ello llevando a cabo una atención a la diversidad, ahora sí, plena y eficiente dentro del aula. 

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